🌿Crónicas de una guerra anunciada:
- Belgica Jorleny Garcia Cardenas
- hace 6 días
- 5 Min. de lectura
Actualizado: hace 4 días

Cuando el amor y el miedo compiten en una guerra silenciosa como respuesta al TEPT-C
(TEPT-C: Trastorno de Estrés Postraumático Complejo)
🌾 El dolor que callamos y el cuerpo que lo recuerda
El estrés postraumático complejo (TEPT-C) es una herida invisible que no solo marca el pasado, sino que condiciona la forma en que miramos el presente y tememos el futuro.
No nace de un solo evento doloroso, sino de heridas repetidas a lo largo del tiempo, muchas veces causadas por quienes debieron protegernos.
Cuando creces así, el cuerpo aprende a sobrevivir:
→ Siempre alerta.
→ Siempre esperando que el amor termine siendo abandono.
→ Siempre anticipando que lo bueno durará poco.
Aunque la vida continúe y el entorno cambie, las cicatrices permanecen.
No siempre visibles, pero sí vivas dentro del corazón.
🕊️ Mi historia: el amor y el miedo creciendo juntos
No nací con miedo. Pero lo aprendí demasiado pronto.
Lo aprendí cuando la inocencia me fue arrebatada y el silencio fue la única respuesta.
🔹 A los 5 años, viví un abuso que nunca debió haber tocado mi infancia. Y el silencio fue todo lo que tuve. Nadie vino a protegerme, y así aprendí que el amor no siempre salva.
🔹 A los 7 años, nació mi hermana menor y con su llegada, mi mamá cayó en una depresión postparto. Yo, sin comprender el mundo de los adultos, sentí que el cariño que antes era mío, ahora se había ido. Supe, sin que nadie me lo dijera, que tendría que ganarme el amor que hasta entonces me pertenecía sin esfuerzo.
🔹 Poco después, mi hermano mayor dejó el hogar. Su ausencia me hizo sentir aún más invisible, luchando por ser vista en una casa donde el amor ya no alcanzaba para todos.
🔹 A los 14 años, el dolor volvió a repetirse. Y esta vez entendí algo que muchas personas aún no comprenden: cuando una mujer dice “no quiero”, cuando su cuerpo tiembla y su voz suplica “me duele” … deberían parar. Pero no paró. Dije que no quería. Dije que me dolía. Y aun así no se detuvo. Ese día no fue la primera vez que alguien me lastimó, pero sí fue la primera vez que supe con claridad lo que me estaban quitando: la poca inocencia que me quedaba, y la confianza en que decir “no” podía protegerme.
Y así el mundo dejó una marca silenciosa: "Aunque seas buena, aunque digas que no, el dolor puede llegar igual."
🛑 La adultez: cuando el amor se confundió con aguantar
🔹 En la adultez, me refugié en un matrimonio buscando amor, protección y estabilidad… y encontré violencia.
Catorce años de humillaciones, de golpes, de encuentros forzados, de silencios llenos de miedo.
Años donde aprendí a llamar “hogar” a un lugar donde mi alma no podía descansar.
Me quedé porque el trauma me hizo creer que el amor era eso: aguantar, resistir, sacrificarme para sostener una familia que merecía paz, aunque yo no supiera cómo encontrarla.
💔 El amor que llegó después del trauma (y que no supe sostener)
Y entonces apareció él. Le llamaremos "Jorge".
Aunque la verdad, aun cambiando su nombre, lo que viví con él quedó tatuado en mi alma.
"Jorge" no fue el primero en llegar a mi vida, pero fue el primero en llegar al fondo de mi corazón roto. Después de años sobreviviendo, luchando, resistiendo, sentí algo que no conocía: calma, ternura, ilusión.
No era el hombre perfecto.
Ni siquiera era el tipo de hombre que yo había soñado.
Pero me hizo sentir algo que nadie me había hecho sentir en años: viva.
🔍 Pero el trauma no me dejó quedarme ahí...
Cuando el amor llegó, el trauma se activó. Y sin darme cuenta:
Empecé a ponerle pruebas para ver si realmente me quería.
Me alejaba y lo terminaba para protegerme del dolor que imaginaba que vendría.
Dudaba de su sinceridad porque en el pasado nadie había sido sincero conmigo.
Le exigía respuestas cuando yo misma no sabía qué quería realmente.
Le pedía estabilidad cuando yo aún era un huracán emocional.
No sé si “Jorge” venía con intenciones limpias, pero lo que sí sé es que yo le mostré primero mis miedos, no mi paz.
No sabía cómo amar sin protegerme.
No sabía cómo confiar sin controlar.
Quería que él fuera vulnerable para yo poder serlo. Quería que él me diera la seguridad que yo misma no le daba. Quería que me amara cuando yo aún no sabía amar.
Quería honestidad, cuando yo callé cosas muy importantes que, al ocultarlas, terminaron derrumbando mi amor por él.
No sabía cómo quedarme sin pensar que el dolor vendría después.
Porque siempre creí que el amor, cuando llega, pronto se va.
💔 ¿Qué fue “Jorge” en mi vida?
Fue el amor que llegó cuando yo todavía no estaba lista.
El amor que me mostró que era amar, que podía volver a sentir, pero también cuánto me faltaba sanar.
No sé si él estaba listo para amarme como yo necesitaba, pero sí sé que yo no estaba lista para amarlo desde la calma.
Y él se fue cuando ya nada se podía sostener.
Y lo respeto por eso, porque, aunque me dolió profundamente, sé que nadie está obligado a quedarse donde duele. Eso no es madurez, ni es sano.
Esto no significa que él haya sido perfecto, ni que no haya cometido errores.
Porque sé que una relación es de dos, y cuando dos personas con miedo a amar se encuentran en el momento equivocado, solo pueden terminar de una forma: mal.
🌾 Hoy sé que no lo arruiné, pero asumo la parte que me toca.
Después de tanto dolor, entiendo que:
El trauma me enseñó a huir antes de ser herida.
El dolor me enseñó que lo bueno siempre se acaba.
Y la niña asustada que aún vive en mí no sabía cómo quedarse cuando el amor tocaba la puerta.
Quise un amor que sentía en mi corazón, aunque nunca supe decirle lo que mi corazón sentía al verlo. Pero sí esperaba escuchar lo que su corazón sentía por mí.
Y así fuimos: espejo el uno para el otro... reflejando nuestros miedos, no nuestro amor.
🌟 ¿Y ahora qué?
Hoy no tengo todas las respuestas.
Solo sé que no quiero volver a amar desde el miedo.
No quiero que el trauma sea quien escriba mis historias de amor.
Quiero aprender a quedarme cuando el amor llegue, no a huir.
Quiero ser paz para alguien, no tormenta.
Y si el amor vuelve a tocar mi puerta, espero poder abrirla sin esconder mis heridas, pero tampoco usarlas como excusa para lastimar o que me lastimen.
No sé si vuelva a amar pronto. Tal vez no.
Pero sé que cuando lo haga, no será para llenar un vacío.
Será para compartir lo que ahora estoy reconstruyendo:
Un corazón que, aunque herido, todavía cree en el amor bueno, en el amor que sostiene, no que pesa.
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