✈️ Lo nuestro ya es ahora
- Belgica Jorleny Garcia Cardenas
- 21 may
- 3 Min. de lectura
Actualizado: hace 4 días

Nos encontramos en un punto exacto donde no hacía falta explicarnos nada.
Donde bastó una mirada para saber que ya nos conocíamos de antes…
de otras versiones, de otros sueños, de otras pieles.
Estamos juntos,
y eso se siente como respirar profundo después de años de contener el aire.
Lo nuestro no es perfecto.
Hay días donde discutimos y nos damos espacio.
Hay silencios largos… pero no incómodos.
Porque los dos sabemos que el amor no se mide
por cuántas palabras se dicen,
sino por cuánta paz se siente incluso en el silencio.
Nos elegimos todos los días.
A veces desde el deseo ardiente,
otras desde el cansancio compartido y la rutina.
Pero ahí estamos,
con el café de la mañana,
con las risas de la noche,
con los cuerpos que se buscan sin prisa
y con la certeza de que esto es casa.
Viajar juntos es nuestro ritual favorito.
Nos comemos el mundo y
llenamos el pasaporte como si coleccionáramos recuerdos
en vez de sellos.
Sabemos mirarnos entre multitudes.
Sabemos tomarnos de la mano en turbulencias,
y perdernos por ciudades desconocidas como quien
ya sabe que encontró su hogar en otro cuerpo.
Nos amamos con calma.
Y también con fuego.
Porque aprendimos a sostenernos en los días grises
y a celebrarnos en los días de sol.
Cuando me quiebro,
él me abraza sin tratar de arreglarme.
Y cuando lo veo herido,
soy refugio y risa al mismo tiempo.
Porque su dolor también es mío,
y mi historia no le pesa: la honra.
Estamos construyendo algo tan hermoso,
que hasta lo cotidiano parece poesía.
Las compras del súper, el lavar los platos,
el quedarnos en pijama sin hacer nada…
todo se siente sagrado,
porque lo hacemos desde el amor que no se exige,
sino que se cuida.
Amo ver cómo, aun con nuestras rutinas,
siempre hay espacio para el amor.
Yo tan dulce, tan flor, tan caos bendito…
y él tan pan sin sal, tan lógica, tan estructura.
Y, aun así, nos entendemos.
Yo le doy armonía, calidez, y un nido.
Él me da visión, constancia y un norte firme.
Dos mundos distintos, que en vez de chocar… se abrazan.
Y nuestros hijos —que llegaron por caminos diferentes—
también se eligieron.
Porque, aunque no los una la sangre,
nos une el amor que tejimos entre todos:
una familia que se construyó paso a paso,
con respeto, juego, paciencia y verdad.
Y si alguna vez nos separamos por momentos,
si el mundo nos exige estar en sitios distintos por un rato,
nos encontramos igual.
Su constancia, su amor y responsabilidad lo encuentro en todos lados,
En un mensaje, en un suspiro, en un pensamiento compartido al mismo tiempo.
Este amor es medicina.
Es real.
Es ahora.
Y cada día que lo vivimos, sabemos que nos elegimos para quedarnos.
Confiamos el uno en el otro.
Y más que eso: confiamos en el amor que cultivamos.
Porque estar no es solo compartir… es comprometerse a cuidar.
Elegimos la verdad, incluso cuando duele,
antes que herir con mentiras dulces.
Yo sé que sus ojos solo me ven a mí,
con la calma y el deseo de un hombre
que ya eligió quedarse.
Y él sabe que en mí encontró
a la mujer que lo honra,
que lo sigue, que lo inspira.
Y si algún día nuestros caminos cambian…
también sabremos partir con amor.
Porque nos hemos amado tanto,
que merecemos cuidar hasta el cierre.
Honrar lo vivido. Salir por la puerta grande.
Porque valoramos nuestro pacto,
y la palabra que nos dimos sigue siendo sagrada.
Comments