🌾 Cuando el alma duele, pero no se rompe: Reflexiones sobre el duelo, la fe y el amor que dejamos pendiente
- Belgica Jorleny Garcia Cardenas
- hace 2 horas
- 5 Min. de lectura

🌱 Antes de comenzar
Quiero decir esto desde el corazón:
esto no es un juicio, es solo una reflexión personal.
No puedo ni quiero ponerme en los zapatos de nadie que ha perdido un hijo, un hermano o cualquier ser amado.
El dolor es tan íntimo, tan profundo y tan complejo que solo Dios y cada alma saben cómo lo atraviesan.
Lo que escribo aquí es una simple observación desde mi experiencia:
he visto personas que, pese a sufrir pérdidas devastadoras, han encontrado fuerza y paz sostenidas por su fe.
No quiero decir con esto que sin fe el dolor sea peor o que con fe el dolor desaparezca.
Solo comparto un patrón que he observado:
quienes confían en algo más grande que ellos mismos parecen encontrar sentido en medio del dolor.
Mi respeto y empatía a cada persona que ha sufrido algo tan devastador.
Cada duelo es único, y nadie puede decirle al otro cómo debe vivirlo.
💔 ¿Qué es lo que realmente duele en el duelo?
Cuando alguien muere, no solo duele su ausencia física.
Duele lo que no se podrá cambiar jamás.
Duele que las discusiones no se puedan reparar.
Duele que el abrazo que faltó ya no llegará.
Duele que el tiempo que se perdió en enojo ya no podrá transformarse en amor.
Muchas veces el duelo no duele porque fue una relación hermosa.
Duele más cuando fue una relación difícil, rota, llena de heridas.
Lo que realmente duele es:
— Que ya no habrá tiempo para sanar lo que dolía.
— Que la esperanza de que algún día cambie murió con la persona.
— Que el amor que intentamos dar no fue suficiente para borrar el dolor.
— Que la enfermedad, el carácter o las heridas emocionales hicieron imposible tener una relación sana.
— Que no podremos reescribir la historia.
El duelo, entonces, no es solo por la persona que partió, sino por la historia inconclusa que dejaron entre los dos.
📚 ¿Cómo afrontamos el duelo? (Desde la psicología)
El duelo es universal, pero cada quien lo vive a su manera.
La psicología explica que, aunque no hay un camino único, sí hay tareas internas comunes.
✔️ Las etapas del duelo (Kübler-Ross):
Negación → Ira → Negociación → Depresión → Aceptación.
⚠️ Estas etapas no son lineales ni iguales para todos. Algunas personas las atraviesan rápido, otras vuelven una y otra vez a ellas.
✔️ Las tareas emocionales del duelo (Worden, Bonanno):
— Aceptar que la persona ya no está.
— Sentir el dolor sin anestesiarlo.
— Adaptarse a la vida sin ella.
— Recolocarla emocionalmente: no olvidarla, sino darle un lugar en el corazón.
✔️ ¿Qué pasa cuando no se procesa bien el duelo?
— Aislamiento emocional.
— Culpa paralizante.
— Depresión profunda.
— Quedarse atrapado en el pasado.
✔️ ¿Qué ayuda a sanar el duelo?
— Hablarlo, escribirlo, llorarlo.
— Rodearse de personas que sostienen, no que minimizan el dolor.
— Buscar sentido (fe, legado, propósito).
— Aceptar que el dolor no desaparece de la noche a la mañana.
— Terapia psicológica cuando el dolor bloquea la vida.
🌿 La fe no quita el dolor, pero sostiene el alma
La fe no es un escudo contra el sufrimiento.
La Biblia nunca promete una vida sin dolor.
Lo que promete es que no estaremos solos cuando el dolor llegue.
📖 Así lo dice Dios:
"En el mundo tendréis aflicciones; pero confiad, yo he vencido al mundo."— Juan 16:33
"Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo."— Salmo 23:4
"Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas lo librará el Señor."— Salmo 34:19
"El Señor está cerca de los quebrantados de corazón."— Salmo 34:18
La fe no elimina las lágrimas, pero les da sentido.
No quita la ausencia, pero recuerda que la vida no termina aquí.
No contesta todos los “por qué”, pero sostiene el alma mientras seguimos preguntando.
🌾 Ejemplos que he visto con mis propios ojos:
He visto personas atravesar duelos muy duros:
— Mi tía, que perdió a su hijo, y encontró fuerza en su fe evangélica.
— Mi tía que amo mucho, testigo de Jehová, que sigue creyendo en el reencuentro eterno con su hija.
— Mi prima católica, que perdió a su bebé en un accidente, y aun así sostiene su fe y su familia.
— La madrina del papá de mis hijos, católica también, que perdió a su hijo y no dejó que la tristeza la definiera.
¿Qué tienen en común?
No que hayan sufrido menos.
No que hayan llorado poco.
Sino que su dolor no fue el final de su historia.
Porque creyeron que la muerte no es el final de la vida.
🌟 Reflexión final
Hoy entiendo el duelo de otra forma.
Ya no me da miedo la muerte como antes.
Lo que me duele no es pensar que alguien parta,
sino pensar que no hayamos amado lo suficiente mientras estábamos juntos.
Yo creo que venimos a esta vida muchas veces.
Que repetimos patrones, que volvemos a cruzarnos con las mismas almas hasta que aprendemos la lección que nos toca.
Y por eso sé que la muerte no es un adiós eterno, sino un hasta luego.
Duele saber que en esta vida ya no estarán, pero no me paraliza.
Mi único miedo verdadero es dejar solos a mis hijos.
Por eso les escribo cada día.
Por eso guardo estas palabras como un diario abierto para ellos,
para que, si algún día buscan mi voz y no pueden tocarme, al menos puedan leerme.
Quiero que recuerden que cada día, aun en mi cansancio o mis errores,
los vi, los amé, y los elegí como mi prioridad.
Y si algún día yo falto, que no busquen afuera lo que siempre tendrán adentro:
su fortaleza, su sensibilidad, su risa, su llanto,
su capacidad de caer y levantarse,
su ternura cuando el mundo sea duro,
y su luz cuando la oscuridad quiera apagarlos.
Pero sé que hay una pregunta a la que no tengo respuesta,
y que sinceramente no quiero ni pensar en este momento:
¿y si algún día son ellos quienes me faltan a mí?
No lo sé...Solo espero en Dios no tener que saberlo.
Quizás por eso esta reflexión, después de haber perdido a mi tía, me toca tan profundo.
Porque la vida nos enseña —a la fuerza— que dejamos para después el amor,
como si después estuviera garantizado.
Pensamos que las personas van a estar siempre,
que, si algo queda pendiente, habrá tiempo de solucionarlo...
Que, si aparece alguien nuevo, el amor del pasado podrá revivir cuando queramos.
Pero ¿y si lo que no podemos revivir es a la persona que no amamos cuando vivía?
Ahí ya no hay después.
Ahí solo queda el silencio.
Por eso los hijos, los hermanos, la familia… los amores…
no se dejan para amar en otro momento.
Se aman mientras respiramos.
Mientras podemos decirlo.
Mientras todavía estamos aquí.
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