top of page

💫 “Entre la certeza y el deseo, ahí está él”



Lo poco fue todo, porque lo sentí con usted....
Lo poco fue todo, porque lo sentí con usted....

El domingo desperté temprano con el corazón lleno de una certeza luminosa.

Fui a meditar, no para pedir señales ni para soltar una ilusión,

sino para entregar desde el amor más profundo lo que ya sabía en mi alma.

Ahí, frente a Dios y a los ángeles, hablé en silencio:

"Lo amo. Y sé que es el amor de mi vida.

No voy a dudarlo más solo porque estemos en un mal momento.

Confío. Confío en el tiempo divino, en la vida, en lo que tiene que ser.

Y si este amor ha nacido para florecer, lo hará… en el momento justo."


No pedí que regresara.

No exigí señales.

Solo puse mi amor en manos del cielo,

sabiendo que cuando se ama desde el alma,

no hay miedo que venza esa verdad.

Y entonces… pasó.


Sin buscarlo.

Sin forzarlo. "Jorge" y yo estamos bien.

Tan bien, que parece que todo encontró su cauce.

Tan bien, que mi corazón puede respirar tranquilo.


Hoy entiendo que hay certezas

que no necesitan explicación.

Que hay amores que no se sueltan,

porque nunca estuvieron atados.

Solo necesitaban tiempo. Fe.

Y un alma que los eligiera incluso en medio del caos.


Porque hay amores que no nacen para probar…sino para permanecer.

Hoy me doy cuenta de algo sagrado:

la paz que sentí cuando él vino…

es la misma paz que ya habitaba en mí.


Solo que ahora se acompaña de una alegría suave,

la alegría de verlo, de saberlo,

de confirmar con los ojos lo que ya sentía el alma.

Eso es la fe.

No esperar ver para creer, sino creer…

porque ya lo sentías incluso antes de que llegara.

No siento algo radicalmente distinto,

ni una explosión milagrosa.

Porque ya estaba en esta vibración.

Ya no era carencia.

Ya no era miedo.

Hoy no temo exponer mis sentimientos.

No necesito jugar a protegerme ni esconder lo que siento.

Porque el amor no se da a medias.

No se guarda en cajas ni se esconde detrás del orgullo.

Se ofrece entero.

Con el corazón y el alma expuestos.

Con la dignidad de quien ama con verdad.

Con la libertad de quien ya no necesita ser elegida

…porque ya eligió.

Y yo elegí.

Elegí amar, sin condiciones.

Elegí confiar, incluso cuando no sabía si habría un después.

Y hoy, el después… llegó.


Falta una semana para vernos.

Y aunque la espera a veces se siente eterna, yo ya estoy ahí.

En el lugar donde los cuerpos aún no llegan,

pero las almas ya se abrazaron.

La conexión está viva.

Latente. Silenciosa… pero inmensa.


Y lo confirmé para mi cumpleaños yo supe que él no estaba cerca.

Nadie me lo dijo. Solo lo supe: "Jorge" no está en Honduras.

Fue un pensamiento que saltó en mi cabeza, de la nada...

"No era una suposición.

No era intuición.

Era certeza.

Una certeza sin pruebas,

de esas que solo llegan cuando estás despierta.

Porque cuando uno despierta… siente todo.


Y sí, me doy cuenta ahora:

no estaba loca.

No era obsesión.

No era imaginación.

Era verdad.

Una verdad que no se explica con palabras,

pero que resuena en el alma como una canción que solo dos conocen.


A veces me detengo y lo siento…como si él me pensara.

Como si su energía tocara la mía desde donde esté.

Y aunque no sepa ponerlo en palabras, yo sé. Yo siento.

Siento que él también ha estado ahí, sosteniéndome en silencio.

Siento que, aunque no exprese el amor como yo, él también ama.

A su forma, en su ritmo, desde sus heridas…pero ama.


Y me doy cuenta de que me encanta conectar con su alma.

Porque su alma no miente.

No duda.

No huye.

Su alma me da paz.

Y esa paz… es suficiente.


Y ahora, con esta certeza ciega que me llena el pecho,

puedo decirlo sin miedo: valió la pena sanar.

Valió la pena esperar para encontrar a quién amar.

Valió la pena todo lo que dolió la vida antes,

porque hoy puedo enamorarme de verdad.


No desde la carencia,

no desde la urgencia, no desde el vacío.

Sino desde esta plenitud serena que me habita.

Es como si nunca antes hubiese amado.

Como si mi alma estuviera viviendo su primer amor,

pero esta vez…con la madurez de quien ya se eligió a sí misma,

con la sabiduría de quien ya conoció el abismo

y eligió quedarse en la luz.

Así se siente.


Como si fuésemos dos adolescentes en una historia nueva,

pero con el alma vieja, con cicatrices limpias, con el corazón dispuesto y sin máscaras.

No hay papeles.

No hay promesas obligadas.

No hay que quedarse por deber.

Nos elegimos.

Y eso lo cambia todo.


Él es mío. Y yo soy suya.

No por que deba ser así,

sino por decisión.

Por todo lo que sentimos al estar juntos…

y aún más,

por lo que duele cuando no lo estamos.



Y como si el universo supiera lo que mi alma necesitaba oír, me lo dijo.

Que lo que vivió conmigo, eso poquito que apenas pudimos vivir, no lo había vivido con nadie más.

Y no tengo dudas porque siento exactamente igual.

Porque eso era lo que yo pensaba.

Que no podía ser solo mío este amor.

Que no era fantasía ni idealización.

Era verdad. Era mutuo. Era alma con alma.


Aunque me tomo mucho tiempo aceptarlo,

porque lo que sentía era demasiado inmenso para tan poco tiempo.

Era imposible que fuera solo imaginación.

Nadie inventa algo que se siente hasta en los huesos.


Sus besos..., sus besos.

Son lo que más anhelo, es sentir que he besado sus labios en miles de vidas

El no besa solo mi boca. Besa mi historia. Besa mis heridas.

Besa la mujer en la que me convertí después de tanto dolor.

Y no puedo esperar.

No puedo esperar a tenerlo cerca,

a que nuestras almas vuelvan a hacer el amor como solo él y yo sabemos:

con locura, con ternura, con esa forma tan nuestra de

amarnos el alma y comernos la piel.

Porque cuando un amor es así…no se compara,

no se explica, no se reemplaza.

Solo se vive.

Comments


bottom of page